El personal de mantenimiento de la paz de la ONU debe mantener el rumbo

por | 30 abril 2020

Por Atul Khare, Secretario Ajunto del Departamento de Apoyo a las operaciones y Jean-Pierre Lacroix, Secretario Adjunto del Departamento de Operaciones de Paz

Las operaciones de paz de las Naciones Unidas están destinadas a promover la estabilidad y la seguridad en algunos de los lugares más peligrosos y frágiles del mundo. Antes de la pandemia de COVID-19, las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas ya fueran civiles, militares o policiales, eran una delgada línea azul de defensa para la protección de la población civil, para apoyar los acuerdos de paz y para contener los conflictos en puntos críticos y zonas de guerra en todo el mundo. Para millones de personas en riesgo, los Cascos Azules marcaron la diferencia entre los horrores de la guerra y la posibilidad de un futuro más brillante.

Ahora, a pesar de las dificultades para lograr crecientes grados de paz y estabilidad, cualquier extensión de la lucha global contra la pandemia a estas áreas depende de los continuos esfuerzos para promover y preservar esa misma seguridad. Las comunidades que se recuperan del conflicto a menudo viven justo en la línea de supervivencia, enfrentando cada día la pobreza y la falta de servicios básicos de salud. Si la ola COVID-19 llegase a alcanzar aquellas naciones ya debilitadas por la guerra y la pobreza, amenazará no solo la vida de miles de personas que sucumbirían ante el virus, sino que también podría socavar el equilibrio de una sociedad que transita por una paz tenue y la colocaría de vuelta al conflicto y a la desesperación. Para ellos, lo que está en juego no podría ser mayor y, hoy más que nunca, la importancia de la asistencia de las Naciones Unidas se hace tan grande.

Como dijo recientemente el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ante el Consejo de Seguridad, esta pandemia podría potencialmente conducir a un aumento de los disturbios sociales, a un fallo en la autoridad estatal e incluso a altos niveles de violencia, lo que socavaría en gran medida nuestras capacidades colectivas para combatir el virus. Cuando un país cuenta con un número limitado de ventiladores para millones de personas, la idea de que el posible cálculo de que 1 de cada 1,000 COVID-19 lo contraiga y de que el 15% de ellos posiblemente necesite atención en una UCI, es rtealmente asombrosa. Las brutales estadísticas de COVID-19 no solo reflejan una crisis de salud global, sino que también señalan una amenaza fundamental para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

Los gobiernos y la comunidad internacional en áreas de conflicto ya están movilizando cualquier recurso que puedan comprometer, pero esta crisis global necesita de una acción colectiva, aprovechando todas las herramientas que la comunidad internacional tiene para ayudarlos. Esta pandemia no discrimina, es una amenaza para todos. Sin embargo, su impacto es desproporcionado y afecta en particular a los grupos más vulnerables.

 De nuestro lado, estamos comprometidos en garantizar a que las operaciones de paz de las Naciones Unidas hagan todo lo posible para ser una parte integral de la solución. Desde la República Centroafricana hasta el Líbano, desde Somalia hasta Malí, nuestro personal de operaciones de paz no ha cesado en entregar lo mejor de si, continúan en primera fila y lo están haciendo con valentía y dedicación, incluso aun estando preocupados por su la familia en sus lugares de origen y cuando los enlaces aéreos y las líneas de suministro se ven afectados por la respuesta global a COVID-19.

Nuestras misiones de mantenimiento de la paz están trabajando con sus socios para lograr cuatro objetivos renovados: (1) ayudar a apoyar los esfuerzos locales para combatir la propagación del virus, (2) mantener seguro al personal de las Naciones Unidas, mejorando las competencias y las capacidades de pruebas médicas y tratamiento, en línea con nuestro deber de garantizar que estos dedicados hombres y mujeres reciban la mejor atención disponible, (3) asegurando, a través del distanciamiento social y otras medidas de mitigación, que mientras hacen su trabajo no sean un vector de contagio y (4) avanzar en sus difíciles mandatos de paz y contener los conflictos, incluso aun cuando COVID – 19 se propaga.

Asimismo, la fortaleza de los vínculos entre el mantenimiento de la paz y nuestros socios, ya sean otros actores de las Naciones Unidas, ONG u organizaciones regionales como la UA, nunca ha sido tan importante como lo es ahora. A pesar de las crecientes demandas que nuestros efectivos de mantenimiento de la paz pueden esperar al cumplir sus mandatos, es importante reconocer que ellos también enfrentan los riesgos de esta pandemia. Por otra parte, además de la vital colaboración para el cumplimiento de mandatos compartidos, nuestras misiones de mantenimiento de la paz ya se constituyen en una solida red de instalaciones médicas que pueden apoyar a todo el personal de las Naciones Unidas en riesgo de contraer el virus mientras realizan su trabajo. Protegernos es clave para poder proteger a los demás.

De igual manera, estamos haciendo todo lo posible para mantener nuestras propias cadenas de suministro a tono con las circunstancias. Nuestros expertos en logística han desarrollado un plan de continuidad comercial para necesidades de soporte vital, al tiempo que aseguran la planificación, provisión y entrega de bienes y servicios críticos para la implementación de los mandatos de paz. El equipo de protección personal está disponible en todas nuestras misiones; suministramos nuestros propios ventiladores respiratorios y nos aseguramos de que la capacidad de las unidades y suministros de cuidados intensivos sea suficiente para garantizar que no agotemos los recursos locales ya de por si contraídos. También estamos fortaleciendo las capacidades de evacuación médica en estrecha colaboración con nuestros socios y los Estados miembros de la ONU. Existen medidas estrictas de distanciamiento social, y las misiones están reduciendo nuestra “presencia” al disminuir la densidad de población entre el personal uniformado y el personal civil.

Si bien nuestras misiones deben protegerse del COVID-19, las mismas continúan llegando a las comunidades locales, protegiendo a los civiles y ayudando a los gobiernos anfitriones a contener el virus. Radio Okapi, la estación de radio de la ONU en la República Democrática del Congo (RDC), lanzó una campaña multilingüe a nivel nacional para informar a la población local sobre COVID-19, enfocándose en disipar rumores y en contrarrestar la desinformación.

En Darfur, nuestra Misión está creando conciencia, entre los grupos más vulnerables, sobre la importancia de las medidas de precaución para controlar la propagación de COVID-19, incluso en campamentos para desplazados internos, en las partes norte y central del país, donde el riesgo de propagación de infecciones es mayor. En Chipre, nuestra Misión está trabajando con organizaciones de mujeres para apoyar a quienes son victimas de violencia doméstica durante la cuarentena.

Al mismo tiempo, los Cascos Azules también continúan llevando a cabo sus tareas anteriores a COVID-19. En la República Democrática del Congo, el personal de mantenimiento de la paz, al apoyar al ejército nacional a repeler un ataque, ayudó recientemente a liberar a 38 civiles, incluidas mujeres y niños, que habían sido secuestrados por un grupo armado en el este del país. En Malí, hace dos semanas, cuando el gobierno decidió que era importante seguir adelante con las elecciones legislativas, nuestra Misión proporcionó un importante apoyo logístico y operativo y ayudó a asegurar los colegios electorales el día de las elecciones. En Somalia, la ONU apoya a los soldados de la Unión Africana y al Gobierno en el desarrollo de sus propios planes de preparación y respuesta a COVID19 mientras trabajan para garantizar que los grupos terroristas no aprovechen la oportunidad de atacar mientras su atención se centra en la pandemia. La lucha contra COVID-19 es un «segundo frente» para el personal de mantenimiento de la paz, y ambas batallas continúan.

La semana pasada, el Secretario General de la ONU decidió suspender la rotación de todas nuestras tropas y policías hasta el 30 de junio. Dichas medidas nos ayudarán a mantener a nuestros Cascos Azules en el terreno, donde pueden ayudar más y ayudarán a proteger y tranquilizar a las comunidades y colegas de las Naciones Unidas por igual mediante el aplazamiento de lo que habría requerido el movimiento de miles de personal hacia y desde cada país de origen y puntos de tránsito. Si bien habrá algunas excepciones, esta es una decisión que no se toma a la ligera, considerando la lejanía, las dificultades y los peligros que a menudo enfrentan los efectivos de mantenimiento de la paz. Esto ayudará a mantener a las personas seguras en todos los sentidos.

Es un sacrificio para el personal que, ya cansado, esperaba regresar a casa después de un arduo período de servicio para permanecer en el campo, y estamos agradecidos de que los países que proporcionan este personal policial y militar lo hayan aceptado para que nuestras operaciones de manteniendo la paz y mitigación del riesgo de contagio de COVID-19 puedan mantenerse. Estamos haciendo todo lo posible para apoyar a nuestros valientes hombres y mujeres, para que a su vez puedan proteger a los demás, asegurando que tengan los recursos necesarios para mantenerse seguros y proteger a las comunidades de acogida.

 Como dijo el Secretario General de la ONU, cuando pidió un alto el fuego global, hoy solo debería haber una pelea en el mundo: nuestra batalla compartida contra el COVID-19. Para la familia de mantenimiento de la paz de la ONU, esta batalla incluye igualmente nuestro compromiso inquebrantable con la salud y la seguridad de nuestro personal y se extiende a las personas a las que servimos. Es por eso por lo que las fuerzas de paz de la ONU deben continuar su importante trabajo y es por ello por lo que ahora, más que nunca, necesitan todo nuestro apoyo.