Las agencias de la ONU están preocupadas por los 100 millones de personas que viven en zonas de guerra o en otros lugares con emergencias y que dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
Muchas de esas personas viven en zonas atestadas sin acceso a servicios de salud o saneamiento.
“A medida que el virus alcanza estos lugares las consecuencias pueden ser devastadoras” , decía el portavoz de la Oficina de Coordinación de la Ayuda Humanitaria (OCHA).
Las agencias están preocupadas porque en estos países no se detecten los casos. Además, muchos no tienen las infraestructuras para abordar una pandemia y la carga del COVID19 puede hacer que los brotes de cólera, sarampión o fiebre amarilla queden desatendidos.
La ruptura de las cadenas de suministro puede hacer que los productos para combatir la malnutrición no lleguen donde son necesarios. Además, temen que se prohíba distribuir ayuda desde los puntos habituales por lo que la ONU ya está analizando la situación y buscando alternativas.