Luis Felipe López-Calva. Subsecretario General Adjunto de la ONU y Director Regional de América Latina y el Caribe
La desigualdad se manifiesta de muchas maneras en América Latina y el Caribe (ALC). En algunos casos de manera más sutil; reflejada, por ejemplo, en las disparidades en el acceso a servicios públicos de buena calidad o en la cantidad de ahorros que los hogares logran acumular para afrontar tiempos difíciles. De hecho, la desigualdad también se refleja en nuestra capacidad para atravesar dificultades. Hacer frente a un shock es caro y las personas más ricas tienden a sobrellevarlo mejor. Y algunas personas mucho, mucho mejor. Según datos de la Base de Datos mundial sobre la Desigualdad en América Latina, antes de la crisis de COVID-19 (2019), el 1% superior de la distribución de los ingresos capturaba el 27% de todos los ingresos nacionales antes de impuestos, mientras que el 50% inferior se quedaba con solo el 10%. ¿Cómo les fue a los ricos durante esta crisis sin precedentes?
Como era de esperar, la pandemia de COVID-19 solo ha exacerbado estas disparidades extremas. Millones de hogares en toda la región luchan por sobrevivir, tras ver caer sus ingresos a raíz del cierre y el deterioro de negocios, el aumento del desempleo y la salida de la fuerza laboral, y las limitadas oportunidades de trabajo remoto durante los extensos períodos de confinamiento. Sumado a redes de seguridad inadecuadas para los trabajadores de bajos ingresos, vulnerables e informales, esto ha llevado a una situación de pobreza creciente en la región. Estimaciones del Banco Mundial proyectan un aumento de la pobreza extrema en ALC del 24% en 2019 al 27,6% en 2021. Las estimaciones de la CEPAL apuntan a un aumento de la pobreza en ALC del 30,5% en 2019 al 33,7% en 2020, y a un aumento en pobreza extrema del 11,3% al 12,5%. Existe además una importante preocupación por el aumento del hambre en la región. El PMA estima un aumento del 269% en el número de personas en ALC que enfrentan una inseguridad alimentaria severa.
Sin embargo, no todo el mundo está peor. A aquellos que están en la cima, parece estar yéndoles muy, muy bien. Si bien es difícil obtener una imagen completa de esto, ya que los datos sobre los más ricos a menudo son escasos (y, cuando están disponibles, tienden a informarse con una demora de varios años), la Lista de Multimillonarios del Mundo de Forbesnos brinda un vistazo sobre cómo les ha ido a los más ricos de la región durante este tiempo. Se sabe que los valores patrimoniales en esa lista fluctúan debido a cambios en la valoración de las acciones de las empresas de los multimillonarios en la lista y esos pueden reflejar la volatilidad del mercado, pero en general estos números muestran una tendencia con suficiente información con respecto a las tendencias reales.
La base de datos de Forbes rastrea el patrimonio neto de los multimillonarios en países de todo el mundo y publica tanto una lista anual (que entrega información anual en el tiempo) como una lista en «tiempo real» (que proporciona información actualizada diariamente). Los datos de la lista anual de 2020 (publicada el 18 de marzo de 2020, justo cuando comenzaba la pandemia) revelan que había un total de 76 multimillonarios en ALC con un patrimonio neto combinado de $284 mil millones. Los datos de la lista anual de 2021 (publicada el 5 de marzo de 2021, un año después de la pandemia), muestran que estos números crecieron a un total de 105 multimillonarios con un patrimonio neto combinado de $448 mil millones. Finalmente, los datos más recientes de la lista en tiempo real (referenciada como 17 de mayo de 2021) muestran que esto nuevamente aumentó a un total de 107 multimillonarios con un patrimonio neto combinado de $480 mil millones. En conjunto, vemos que, durante la pandemia, el número total de multimillonarios en ALC aumentó en 31 y su patrimonio neto combinado aumentó en $196 mil millones, esto es aproximadamente el tamaño de la economía de Ecuador. Es decir, el acervo de riqueza de los multimillonarios en ALC, medido por la lista de Forbes, ha crecido más del 40 por ciento durante el COVID-19 hasta ahora.
El siguiente gráfico muestra estos cambios a nivel regional (en naranja) y a nivel de país (en amarillo). En particular, alrededor de las tres cuartas partes de los multimillonarios de la región son de Brasil y México, al igual que alrededor del 80% de su patrimonio neto combinado. Sin embargo, es importante señalar que incluso entre los multimillonarios existen grandes disparidades. Mientras que el 40% de los multimillonarios en ALC tiene un patrimonio neto individual de entre $1 y 2 mil millones, los tres multimillonarios más ricos tienen un patrimonio neto individual de más de $20 mil millones cada uno.
La concentración de recursos en manos de unos pocos individuos no solo es un problema intrínseco de la desigualdad, sino también un problema instrumental de la desigualdad. Cuando la concentración de recursos se traduce en una concentración de poder político, como suele ser el caso, puede conducir a un círculo vicioso que perpetúa estos resultados y distorsiona las políticas y la asignación de recursos. Como se señaló en el GraphForThoughtanterior, este ciclo se está convirtiendo en un área de creciente preocupación para las personas en la región, y la gran mayoría de las personas afirman que creen que su país se gobierna en el interés de unos pocos grupos poderosos y no por el bien de todos los ciudadanos. Sin embargo, este nivel extremo de riqueza no tiene por qué ser una maldición. En un contexto de espacio fiscal restringido y necesidades crecientes de un mayor gasto social durante la pandemia, hay un debate resurgente sobre la tributación en la región y sobre quién debe asumir qué parte de esa carga.
En ALC, la segunda región con mas desigualdad del mundo, gravar a los más ricos podría proporcionar algunos de los recursos necesarios para promover ganancias sociales y económicas generalizadas (esto no necesariamente incluye gravar la riqueza, sino el retorno de esa riqueza). En las circunstancias adecuadas, esto podría tener efectos positivos tanto en la equidad como en la eficiencia. Por ejemplo, un estudio reciente de investigadores de la Universidad de São Paulo encontró que, en Brasil, una política de protección social de transferencias monetarias mensuales de R $125 (aproximadamente USD $23) al 30% más pobre de la sociedad, financiado con impuestos al 1% más rico, podría generar un impacto positivo del 2,4% sobre el PIB a través de efectos multiplicadores del consumo. Este es un hallazgo importante en tanto los países siguen luchando por la sostenibilidad fiscal de las medidas temporales de apoyo a los ingresos de emergencia proporcionadas a los hogares durante la pandemia.
A medida que la pandemia continúa en la región de ALC, está ejerce una presión cada vez mayor sobre nuestros sistemas fiscales y expone las grietas existentes en nuestras redes de seguridad social. Ahora debemos reinventar un nuevo camino a seguir, uno que sea más equitativo y sostenible que aquel en el que nos encontrábamos antes.