Las fake news, o noticias falsas, a diferencia, son todas las informaciones falsas diseñadas para hacerse pasar por noticias verdaderas con el objetivo de difundir un engaño y que este se considere verdadero. Su intencionalidad es doble: política y económica, para obtener ganancias publicitarias a partir de su difusión.
Ciudad de México, 16 de julio de 2021 (CINU México) — La desinformación se ha convertido en una industria que explota los temores e ira de las personas para obtener beneficios políticos y económicos, advirtió Luis Ángel Hurtado Razo, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y estudioso de las redes sociales.
Al impartir la conferencia virtual «Democracia en riesgo, el virus de las noticias falsas» para los integrantes de la comunidad de Global Muners en México, explicó que a diferencia de las mentiras o los rumores, la desinformación tiene un interés político o económico: construir una narrativa para impulsar algún tema falso o verdadero; desde su creación, para el impulso de esta agenda se utilizaron los aparatos de gobierno y los medios de comunicación; así como influir a la opinión pública.
Por ejemplo, en 2021, la desinformación o las noticias falsas se asociaron precisamente al proceso electoral pasado en el cual se renovaron más de 20 mil cargos de elección popular, entre ellos se renovó la Cámara de Diputados.
Se generaron 175 fake news sobre los cargos en disputa: 123 sobre gubernaturas, 38 sobre alcaldías, 10 sobre diputaciones federales y 4 locales.
Las fake news, o noticias falsas, a diferencia, son todas las informaciones falsas diseñadas para hacerse pasar por noticias verdaderas con el objetivo de difundir un engaño y que este se considere verdadero. Su intencionalidad es doble: política y económica, para obtener ganancias publicitarias a partir de su difusión.
Esto es preocupante porque quiere decir que existe una industria de la desinformación que, al igual que otros sectores de la economía, obtiene sus ganancias y rendimientos a partir de generar noticias falsas.
Por ejemplo, dijo, de acuerdo con una investigación del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), las noticias falsas en Twitter circulan 25 veces más rápido que las verdaderas con ganancias de más de mil millones de dólares.
«Hoy en día, la desinformación se ve automatizada gracias a las granjas de bots que manipulan a la opinión pública a partir de tendencias falsas con intereses detrás; también hay políticos o empresas que contratan los servicios de estas granjas de bots», dijo.
«Se vuelve sumamente lucrativo o redituable. La desinformación es un negocio redondo».
Existen distintos tipos: la información inexacta -que muchas veces compartimos en las redes sociales o que difunden los medios de comunicación, sin dolo o intencionalidad; la desinformación, que está diseñada para engañar o generar desconfianza, miedo o ira, y aprovecha todos nuestros medios y fobias.
Hoy en día esa es la gran mayoría de noticias falsas que prosperan en Internet porque hay todo un aparato que genera todos estos elementos para alimentar la desconfianza.
«Lo hemos visto en muchos lados. Por ejemplo, en mayo de 2020 se esparció una desinformación que decía que los médicos estaban matando a la gente para sacarle el líquido de las rodillas y hacerse millonarios, que no existía la COVID-19. Esto fue algo falsísimo y se hizo para que la gente no creyera en la existencia del COVID-19 y que siguiéramos saliendo a la calle», explicó.
También está la información verdadera pero sacada de contexto: una declaración, situación o hecho que sí ocurrió se saca de su contexto y se lleva a otro, para hacerla pasar por verdadera con dolo e intencionalidad de generar pánico, ira u odio.
Por ejemplo, cuando en abril de 2020 se esparcieron imágenes que parecían comprobar que en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) no existían medidas sanitarias para prevenir contagios de COVID-19, aunque posteriormente se comprobó que estas imágenes no correspondían a dicho puerto aéreo sino a otros países y en otros años.
«Era información que sí ocurrió en Chile y en España. El AICM compartió la información de sus cámaras en tiempo real para que el público verificara que sí había controles y medidas de seguridad para COVID-19», dijo.
Caracterización de la amenaza
Las fake news se pueden distinguir gracias a una serie de características: utilizan solamente los medios digitales; le arrebatan la generación de la desinformación a los gobiernos porque cualquier persona con acceso a internet puede generarlas; buscan influir en la sociedad interna y la externa; pero también se puede importar o exportar entre unos países y otros, pero se adapta al contexto de cada región; y circulan con una velocidad muy alta de manera que puede circular simultáneamente en diversos países.
Detalló que a raíz de tres estudios que ha realizado en el marco de los procesos electorales de 2018 y 2021, y de la pandemia por COVID-19, existe una contra agenda de la desinformación: temas que se generan para ser posicionados en la opinión pública.
Por ejemplo, cuando llegaron las vacunas, dependiendo de su origen, en México se llegó a pensar y se corrió la información que nos iban a inyectar ideales soviéticos con la vacuna Sputnik-V. Es muy curioso, calificó, porque se generó una contra agenda alimentada de memes y hasta infografías, que puede ser hasta más poderosa que la agenda de información verídica y puede opacar la información oficial o la generada por los medios de comunicación
«Es por ello que la Organización Mundial de la Salud dijo que la infodemia puede causar más muertes que el virus SARS-CoV-2».
«Durante 2020, la infodemia generó grandes estragos a nivel internacional».
¿Por qué compartimos Fake News?
A diferencia de los medios de comunicación tradicionales, la internet es horizontal, lo que quiere decir que sus usuarios están en igualdad de circunstancias para construir narrativas: un ciudadano común y corriente puede publicar con la misma frecuencia que el presidente de su país.
Esa igualdad permite la libertad de expresión y llegar a un punto en la historia en que por primera vez, un medio de comunicación nos permite expresarnos pública y abiertamente.
«La libertad nos genera una exacerbación de nuestros sentimientos».
Explicó que los algoritmos que utilizan las empresas de internet, buscadores como Google, para que las personas encuentren información a partir de sus intereses, y se acerquen o sólo vean las actualizaciones de personas que tienen sus mismos intereses o intereses similares.
Las empresas han diseñado sus algoritmos para generar un estímulo físico en las personas a partir de sus interacciones con otros usuarios de las redes sociales. Las noticias falsas activan las hormonas de la felicidad porque corroboran la forma de ver el mundo, y crean una fragmentación de la realidad y la opinión pública, de forma que la opinión de cada persona, emitida en igualdad de circunstancias, es más importante que la del Presidente o la del secretario de Salud e incluso la OMS porque así lo quiero ver.
«Mi verdad es más importante que la de cualquier otro, es la pos-verdad: la verdad empieza a perder su valor porque aunque yo sepa que estoy mal, no me importa porque así soy feliz. Las verdades duelen, las mentiras no».