Los fondos solicitados se destinarían al combate del coronavirus y al suministro asistencia de salud y humanitaria en 63 países vulnerables. Si no respondemos ahora para mitigar los efectos de la pandemia, el costo futuro será mucho más alto en términos económicos y sociales. Las proyecciones indican que sin una intervención inmediata 265 millones de personas sufrirían hambre a fines de este año.
La pandemia de COVID-19 y la crisis mundial que ha provocado han colocado a los países de renta baja al borde de la ruina. Si no se toman medidas urgentes, pronto veremos una serie de tragedias humanitarias brutales y destructivas, advirtió este jueves la ONU al solicitar a las economías del G20 fondos por 10.300 millones de dólares para financiar el Plan Global de Respuesta Humanitaria.
El coordinador de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, explicó que el Plan contempla intervenciones de emergencia en 63 países que no cuentan con los medios para hacer frente a la pandemia y que su intención es beneficiar a 250 millones de personas.
Lo que puede pasar
Según las proyecciones más recientes, la pobreza mundial aumentará por primera vez desde 1990 y 265 millones de personas pasarán hambre para fin de año y hasta 6000 niños podrían morir diariamente por causas prevenibles como resultado de los impactos directos e indirectos del coronavirus.
Además, la desviación de los recursos de salud para atender a los enfermos de COVID-19 ha implicado la interrupción de otros servicios sanitarios básicos y ha llegado a desbordar las instalaciones médicas en algunas comunidades, lo que podría duplicar las muertes por VIH-SIDA, tuberculosis y malaria, así como el aumento de otros padecimientos y el deterioro de las personas con enfermedades crónicas.
En otro renglón, el cierre de escuelas debilitará la productividad, reducirá las oportunidades de por vida y aumentará las desigualdades.
Por si fuera poco, la falta de acción inmediata dejará libre al coronavirus para que continúe circulando por el mundo revirtiendo décadas de desarrollo y dando lugar a problemas globales que no podrían superarse durante una generación.
En cuanto a la seguridad alimentaria, las interrupción de las importaciones y el efecto de las medidas de mitigación en las cadenas de producción y distribución causarían un mayor encarecimiento de la canasta básica de muchos países. El número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda llegaría a 270 millones antes de fin de año, un 82% por encima de la cifra registrada antes de la pandemia.
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