No habrá vuelta a la «antigua normalidad», los gobiernos deben actuar para crear una nueva economía y más empleos.
La urgente crisis sanitaria que es COVID-19 ha creado una recesión histórica con niveles récord de privaciones y desempleo, creando una crisis humana sin precedentes que está golpeando con mayor fuerza a los más pobres, especialmente a las mujeres y los niños.
En un nuevo marco, publicado hoy como hoja de ruta para apoyar el camino de los países hacia la recuperación social y económica, las Naciones Unidas piden un aumento extraordinario del apoyo internacional y del compromiso político para garantizar que las personas de todo el mundo tengan acceso a los servicios esenciales y a la protección social.
El «Marco de las Naciones Unidas para la respuesta socioeconómica inmediata a COVID-19: Responsabilidad compartida, solidaridad mundial y medidas urgentes en favor de las personas más necesitadas« llama a la protección de los empleos, las empresas y la calidad de vida para poner en marcha – lo antes posible – una recuperación segura y sólida de las sociedades y las economías, con el fin de lograr un camino más sostenible, equitativo en materia de género y neutro en cuanto a las emisiones de carbono se refiere. Es decir, mejor que el antiguo “normal».
«No se trata sólo de una crisis sanitaria, sino también de una crisis humana; una crisis de empleo; una crisis humanitaria y una crisis de desarrollo. Y no se trata sólo de la población más vulnerable. Esta pandemia muestra que todas y todos estamos en riesgo, porque sólo somos tan fuertes como el sistema de salud más débil. Su escala, sin precedentes, exige una respuesta sin precedentes», dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, quien presentó su informe sobre las repercusiones socioeconómicos de COVID-19 «Responsabilidad compartida, solidaridad mundial» en marzo de 2020.
«Todo lo que hagamos durante y después de esta crisis debe estar fuertemente enfocado en la construcción de economías y sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles que sean más resistentes frente a las pandemias, el cambio climático y los muchos otros desafíos mundiales que enfrentamos», dijo. Este nuevo marco publicado hoy establece la manera en que las entidades de las Naciones Unidas harán realidad esta visión sobre el terreno. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG), el marco de las Naciones Unidas para la recuperación social y económica.
Observando que, durante el brote del Ébola en 2014, murieron más personas por la interrupción de los servicios sociales y el colapso económico que por el propio virus, el marco se centra en la protección de las necesidades y los derechos de las personas más afectadas por la pandemia, empezando por los países y grupos más vulnerables y los que corren el riesgo de quedarse atrás.
Basándose en las enseñanzas aprendidas de la crisis económica y financiera mundial de 2008-2009, el marco señala que los países con sistemas de protección social y servicios básicos sólidos son los que menos sufrieron y los que se recuperaron más rápidamente.
Para evitar que miles de millones de personas caigan en la pobreza, los gobiernos de todo el mundo tendrán que adaptar y ampliar rápidamente los «colchones» de seguridad, como las transferencias de efectivo, la asistencia alimentaria, los planes de seguridad social y los subsidios familiares.
Para reducir los efectos de COVID-19, las Naciones Unidas piden que se amplíe extraordinariamente el apoyo para hacer frente a los desafíos que se avecinan, incluidas el mecanismo de respuesta inmediato de protección social que tenga en cuenta los efectos diferenciados en los grupos vulnerables, las niñas, los niños, las mujeres, los hombres y las personas del sector no estructurado.
Esto es particularmente urgente considerando que 4,000 millones de personas, más de la mitad de la población mundial -incluidos dos de cada tres niñas y niños- carecen de protección social o ésta es inadecuada.
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Las Naciones Unidas se enfocarán en cinco corrientes principales en su respuesta, que sitúan a las comunidades en el centro de los esfuerzos de recuperación:
1. proteger los servicios de salud existentes y fortalecer la capacidad de los sistemas de salud para responder al COVID-19;
2. ayudar a las personas a hacer frente a la adversidad, mediante la protección social y los servicios básicos;
3. proteger los empleos, apoyando a las pequeñas y medianas empresas, así como a las y los trabajadores del sector no estructurado mediante programas de recuperación económica;
4. orientar el aumento necesario del estímulo fiscal y financiero para que las políticas macroeconómicas beneficien a las poblaciones más vulnerables y fortalecer las respuestas multilaterales y regionales; y
5. promover la cohesión social e invertir en sistemas de resistencia y respuesta dirigidos por las comunidades. Estas cinco corrientes están conectadas por la acción para satisfacer la necesidad de sostenibilidad ambiental, si se quiere que los países se recuperen y «reconstruyan mejor», y estén mejor preparados para hacer frente a futuras conmociones, incluidas las pandemias.
Los equipos de las Naciones Unidas que cubren 162 países y territorios pondrán en marcha este plan de recuperación en los próximos 12 a 18 meses, bajo la dirección de las y los Coordinadores Residentes de las Naciones Unidas, con el apoyo de una red de personas expertas mundiales y regionales.
Como líderes técnicos en las actividades de recuperación socioeconómica, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) prestará apoyo a las y los Coordinadores Residentes, y los equipos de las Naciones Unidas trabajarán de manera conjunta en todos los aspectos de la respuesta.
Si bien una proporción importante de la cartera actual de programas de desarrollo sostenible de 17,800 millones de dólares de los EE.UU. en todas las Agencias, Fondos, Programas y Proyectos de las Naciones Unidas, se ajustará a las necesidades del COVID-19 y dada la escala y el alcance de las repercusiones socioeconómicas de la pandemia, se necesitarán fondos adicionales.
Para apoyar estos esfuerzos, el Secretario General puso en marcha el Fondo de las Naciones Unidas para la recuperación y la respuesta a la pandemia COVID-19, un mecanismo de fondo interagencial de las Naciones Unidas para ayudar a los países de bajos y medianos ingresos en los que se ejecutan programas a superar la crisis de salud y desarrollo provocada por la pandemia por el COVID-19 y apoyar a las personas más vulnerables a las dificultades económicas y los trastornos sociales.
Se prevé que las necesidades financieras del Fondo asciendan a 1,000 millones de dólares en los primeros nueve meses y se examinarán posteriormente. El Secretario General también pidió que se diera una respuesta multilateral que representara, por lo menos, el 10% del producto interno bruto (PIB) mundial, a fin de dar la respuesta más eficaz a la crisis sin precedentes en el mundo.
No se volverá a la antigua “normalidad», según el documento marco. La pandemia es un golpe para las economías en desarrollo y emergentes que ya se enfrentan a limitaciones vinculantes de la deuda y a un espacio fiscal limitado; varios países en desarrollo necesitan un alivio urgente de la deuda. Sus repercusiones serán especialmente devastadoras para los países más vulnerables, es decir, los que se encuentran en situaciones de ayuda humanitarias o de conflicto.
Las Naciones Unidas también exhortan a que se lleve a cabo un reajuste fiscal y financiero masivo en las próximas semanas y meses, incluida la reorientación de los subsidios a los combustibles fósiles para contribuir a la respuesta.
Las Naciones Unidas subrayan que el mantenimiento de la situación actual se basa en opciones políticas y no son inevitables. Para un desarrollo sostenible que beneficie a más personas, la opción debe ser una recuperación de COVID-19 que sea rápida, justa, verde e inclusiva.
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Acerca del documento: El «Marco de las Naciones Unidas para la respuesta socioeconómica inmediata a COVID-19″: Responsabilidad compartida, solidaridad mundial y medidas urgentes para las personas necesitadas», publicado hoy pone en práctica el informe del Secretario General de las Naciones Unidas titulado «Responsabilidad compartida, solidaridad mundial» sobre el mismo tema. Es uno de los tres componentes críticos de los esfuerzos de las Naciones Unidas para salvar vidas, proteger y reconstruir mejor, junto con la respuesta sanitaria, dirigida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la respuesta humanitaria, como se detalla en el Plan de respuesta humanitaria mundial COVID-19 dirigido por las Naciones Unidas. Tres mecanismos de financiación respaldan los pilares de la respuesta integral: el “Fondo de Respuesta Solidaria COVID-19”, administrado por la Fundación de las Naciones Unidas y la Fundación Suiza de Filantropía para las necesidades de salud inmediatas; el «Plan Global de Respuesta Humanitaria» para el llamamiento humanitario; y el “Fondo de Recuperación y Respuesta COVID-19 de las Naciones Unidas para la recuperación socioeconómica”.
Acerca del Sistema de Desarrollo de las Naciones Unidas: El sistema de desarrollo de las Naciones Unidas es el mayor actor internacional en materia de protección social y servicios básicos. El Sistema de las Naciones Unidas está presente en 162 países y llega a decenas de millones de personas a través de los servicios básicos, las transferencias sociales y otras formas de protección social. El Sistema de las Naciones Unidas para el Desarrollo tiene amplia experiencia en el apoyo a los gobiernos en el desarrollo de sistemas de protección social, incluidos los pisos de protección social y la prestación de servicios sociales de calidad, y en el apoyo a esos servicios en contextos humanitarios y de desarrollo. unsdg.un.org
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Foto: CINU México/Alexis Aubin