Los expertos Fernando Santiago, de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, y Fernando Vargas, del Banco Interamericano de Desarrollo analizan en este artículo la crisis económica desencadenada por el coronavirus en Latino América:
Al 8 de junio, Brasil, con más de 691,000 casos, es el segundo país con la mayor incidencia de contagios en el mundo, y junto con México, se ubica entre los diez países con mayor número de fallecimientos asociados a la pandemia (JHU 2020). Mientras en Ecuador, Chile y Perú el ritmo de propagación del virus sigue en aumento. A pesar de transcurrir por la fase más aguda de contagios, varios países de la región debaten la reapertura gradual de actividades, en un intento por mitigar los daños económicos de la pandemia.
Más allá de las fuertes implicaciones asociadas a COVID-19 en el ámbito de la salud y la dinámica social (CEPAL 2020a, b), los efectos sobre la economía son palpables. Las mediadas de confinamiento y de distanciamiento social, combinadas con el parón de la actividad económica han interrumpido el comercio y la inversión, además de que el cierre de numerosos negocios que en condiciones normales serían perfectamente viables, amenaza con elevar los niveles de desempleo en toda la región.
Los desfavorecidos, lo más impactados
La magnitud del impacto sobre la actividad económica será profunda, azotando mayormente a los segmentos de población menos favorecidos, y que en su mayoría carecen de acceso a sistemas adecuados de protección social.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe prevé una caída del PIB de la región en 2020 de alrededor del 5,3% (CEPAL 2020b), seguida de una recuperación del 3,4% en 2021 (FMI DataMapper). La pérdida de dinamismo en las dos mayores economías de la región, Brasil y México, afecta las perspectivas de crecimiento en la zona (CEPAL 2020a). Ambos países se encaminan hacia la peor crisis económica de su historia reciente.
En el caso de México, la contracción del PIB alcanzaría hasta -8,8% en 2020, y una recuperación de hasta el 4,1% en 2021, con amplias variaciones según diversos escenarios y supuestos respecto a las afectaciones asociadas a COVID-19 (Banco de México 2020). En Brasil, las cifras oficiales sugieren una reducción de hasta el 4,7% en 2020 y un repunte del 3,2% en 2021 (SPE 2020).
En cuanto a la actividad manufacturera, COVID-19 amenaza con profundizar el rezago de América Latina y el Caribe frente a otras regiones; en particular, debido a la sensible contracción en México, Brasil y Argentina, las economías industriales más competitivas de la región (UNIDO 2018). Datos de la ONUDI sobre producción a marzo de 2020 indican una contracción del 4,8% por ciento en México y del 9,9% en Brasil, ambas cifras comparadas con el mes anterior. En términos anuales, las caídas serían del 6,4% y 9,1%, respectivamente. En Argentina en tanto, la actividad manufacturera registró un desplome del 19,2% tan solo en marzo de 2020.
Las estimaciones disponibles al momento de escribir esta nota podrían ajustarse aún más a la baja a medida que las autoridades de estadística nacional en diversos países actualicen la información sobre desempeño industrial a partir del mes de abril. Las primeras indicaciones para Argentina, Brasil o México sugieren caídas mucho más dramáticas en diversos indicadores durante 2020.
En materia económica, políticas orientadas exclusivamente a la oferta no serán suficientes para garantizar la transición hacia la nueva normalidad.
Éstas deberán ser complementadas con políticas de fortalecimiento de la demanda y para dinamizar los mercados internos, además de atenuar la pérdida de empleos y de capacidades productivas de las empresas, particularmente entre las pequeñas y medianas.
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