La producción y distribución de cocaína parece estar interrumpida en los países productores de América Latina, al mismo tiempo que la escasez de heroína en Europa y Norteamérica está causando que sus consumidores recurran a prácticas aún más peligrosas. La recesión económica a largo plazo causada por la pandemia tiene el potencial de conducir a una transformación duradera y profunda de los mercados de drogas.
Las medidas implementadas por los gobiernos para frenar la pandemia de COVID-19 han provocado la interrupción de las rutas de tráfico de drogas por aire, así como una reducción drástica de transporte por tierra, asegura un nuevo informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Las drogas sintéticas, como la metanfetamina, tienden a ser traficadas a través de los continentes por vía aérea más que otros tipos de drogas. Por lo tanto, es probable que las restricciones a los viajes aéreos tengan un efecto particularmente drástico en esta carga ilegal. La mayor parte de la cocaína es traficada por mar por lo que se continúan detectando grandes cargas en los puertos europeos durante la pandemia.
Hasta ahora, la heroína ha sido traficada principalmente por tierra. Pero debido a la pandemia, las rutas marítimas parecen cada vez más utilizadas para traficarla, como lo demuestran las incautaciones de opiáceos en el Océano Índico.
Sin embargo, el tráfico de cannabis puede no verse afectado de la misma manera que el de la heroína o la cocaína, dado que su producción a menudo tiene lugar cerca de los mercados de consumo y, por lo tanto, los traficantes dependen menos de los envíos largos y transcontinentales de grandes cantidades de la droga.
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