En su Informe de Políticas del Secretario General sobre COVID-19 el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, destacó la vulnerabilidad de los sistemas de protección y la urgencia de lograr la Cobertura Sanitaria Universal.
Un costo humano y económico desastroso
Nueve meses desde que supimos del COVID-19 por primera vez, la pandemia ha cobrado más de un millón de vidas y ha infectado a más de 30 millones de personas en todo el mundo, ha costado economía mundial 375 mil millones de dólares al mes y 500 millones de puestos de trabajo, dijo Guterres en su presentaciòn. El desarrollo humano, añadio, está retrocediendo, por primera vez desde que comenzamos a medirlo en 1990.
La pandemia ha revelado sistemas de salud inadecuados, enormes brechas en la protección social, grandes desigualdades estructurales dentro y entre países y, a demostrado que inversión insuficiente en salud puede tener un impacto devastador en las sociedades y las economías, aseveró el jefe de la ONU.
Esta situaciòn ha dado mayor urgencia a la búsqueda de la cobertura sanitaria universal, subrayó. La salud es un derecho humano fundamental y la cobertura sanitaria universal es una herramienta fundamental para lograr la salud para todas las personas.
Menos la mitad de la población mundial tiene cobertura completa de salud
Sin embargo, al menos la mitad de la población mundial todavía no tiene una cobertura completa de los servicios de salud esenciales y más de 800 millones de personas gastan al menos el 10% de sus presupuestos familiares para pagar los servicios de salud.
Todos los países han acordado trabajar para alcanzar la cobertura universal de salud como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sosteniblem recordó eñ Secretario General, al presentar este Informe de Políticas un año después de que los líderes mundiales respaldaron la primera Declaración Política General sobre Cobertura Universal de Salud y el compromiso con la salud para todas las personas.
5 recomendaciones
El informe de políticas emite cinco recomendaciones principales:
- Controlar urgentemente la transmisión de COVID-19 a través de medidas de salud pública comprobadas y una respuesta global coordinada.
- Proteger la prestación de otros servicios de salud esenciales durante la pandemia. La pandemia ha interrumpido la prestación de intervenciones diarias esenciales necesarias para abordar las enfermedades infecciosas y el cáncer, las enfermedades cardíacas y otras enfermedades no transmisibles. El acceso a los servicios de salud mental y los programas de salud sexual y reproductiva no puede verse comprometido.
- Asegurar que todas las personas, en todas partes, tengan acceso a futuras vacunas, pruebas y tratamientos contra COVID-19. Financiar el innovador ACT-Accelerator es la forma más rápida de poner fin a la pandemia.
- Lograr la cobertura sanitaria universal. Esto requiere que los gobiernos aumenten la inversión en bienes comunes para la salud, como la vigilancia, la cadena de suministro y adquisiciones, así como las comunicaciones de riesgos. También requiere que los programas de salud pública sean inclusivos y equitativos, sin barreras financieras tanto como sea posible. El acceso a los servicios de salud no debe depender del estado financiero.
- Fortalecer la preparación y respuesta ante una pandemia como un bien público mundial. Esto requerirá inversiones a gran escala tanto a nivel nacional como mundial y requiere la participación de todos los sectores de la sociedad.