Por COVID-19 mujeres enfrentaron mayor desempleo, carga de trabajo doméstico y enfermedades mentales

por | 8 septiembre 2021

Durante la pandemia, las mujeres mexicanas enfrentaron mayores niveles de desempleo que los varones, además de que se registró el incremento en el uso de medicamentos psiquiátricos para enfrentar el insomnio, ansiedad y depresión ocasionados por el agotamiento físico y mental.

Ciudad de México, 8 de septiembre de 2021 (PNUD) — El nivel de ocupación laboral entre las mujeres mexicanas durante la pandemia, se redujo en 7% en comparación con enero de 2020, antes del confinamiento por la COVID-19.

A raíz de la pandemia, la recuperación del empleo para las mujeres ha ido a un ritmo más lento que para los hombres, de acuerdo con los resultados del estudio Madres trabajadoras y COVID-19. Efectos de la pandemia en circunstancias de teletrabajo en México que elaboró el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

«En el caso de estos últimos, su nivel de ocupación se encuentra 3% por debajo de lo registrado en enero de 2020; en el caso de las mujeres, se observa una brecha de 7%», señala el reporte.

El estudio del PNUD entrevistó a 57 mujeres que viven en México, con al menos un hijo o hija menor de 12 años y que, a partir de las medidas confinamiento, tuvieron que realizar su trabajo remunerado desde casa.

El estudio revela que en muchos centros de trabajo se improvisó el teletrabajo como una medida ante la crisis sanitaria, sin contar con políticas o lineamientos para regularlo; pocos establecieron políticas de flexibilización laboral y se esperaba que las y los empleados cumplieran con las mismas metas de antes de la pandemia.

Las mujeres se
vieron sometidas a presiones adicionales y, en algunos casos, poco sostenibles.

Esta situación afectó principalmente a las mujeres que se vieron sometidas a presiones adicionales y, en algunos casos, poco sostenibles.

«(Las mujeres trabajadoras) ven empalmada su jornada laboral con las labores de cuidado y del hogar. Incluso, en 2020, en muchos espacios laborales no se tomó en cuenta que las familias se encontraban en una situación crítica frente al cierre de escuelas y de servicios de cuidados, y se esperaba, mediante afirmaciones claras o de manera tácita, que las personas cumplieran con las metas y el rendimiento acordado a principios de año», señala el estudio.

«Por tanto, las trabajadoras se enfrentaron a la difícil decisión de quedarse cortas frente a sus metas, las cuales, en este contexto, pueden ser poco realistas, u obligarse a sí mismas a mantener un ritmo poco sostenible».

El mayor reto: combinar el trabajo a distancia con las labores de cuidado

Antes de la pandemia, el teletrabajo era considerado por muchas mujeres como una buena opción para flexibilizar el trabajo y evitar el tiempo de traslados. Actualmente se ha convertido en una medida difícil porque se empalma con las labores de cuidados, la falta de reglas claras y adaptadas al contexto por parte de los centros de trabajo, y la falta de equipamiento tecnológico y conectividad adecuada.

Los centros de trabajo no consideraron que cambiaron las labores de cuidados que se incrementaron en los hogares; y además les exigieron reglas para el comportamiento en casa, por ejemplo que no se escuchen ruidos ni haya distracciones en el espacio destinado al trabajo.

Uno de los mayores retos que enfrentan las mujeres es la falta de horarios definidos y, por ende, la falta de desconexión.

«La mayoría de las mujeres comenta que sus horas laborales se extendieron no solo a lo largo del día, sino incluso en fines de semanas

La mayoría de las madres percibe que, a partir de que comenzaron a trabajar desde casa les aumentó la carga laboral, la dificultad para tener un horario fijo y para poder desconectarse del trabajo, también cambió su productividad laboral.

Para algunas de las mujeres entrevistadas, su productividad laboral aumentó porque tienen que hacer las cosas más rápido; muchas otras reportaron ser menos productivas puesto que, ante las constantes interrupciones y la dificultad para concentrarse, necesitan más tiempo que antes para realizar las actividades laborales.

Al preguntarles a las entrevistadas si consideran que han logrado conciliar la vida laboral, la familiar y la personal durante el periodo de pandemia, la mayoría contestó con un rotundo no.

«Al tener que atender múltiples cosas al mismo tiempo: asuntos del trabajo, la educación a distancia de sus hijos e hijas, la preparación de alimentos, el lavado de ropa, entre otras, simplemente ya no pueden trabajar como lo hacían cuando salían de casa».

Antes de la pandemia, las mujeres reportaban que sus compañeros varones tenían más tiempo y facilidad para salir de viaje de trabajo, unirse a proyectos y asistir a eventos fuera de horarios laborales que son clave para el crecimiento profesional.

También había una brecha salarial marcada con los varones, más facilidades para que estos llegaran a puestos de toma de decisiones, y facilidades de crecimiento para quienes no tienen hijos. La maternidad fue considerada un elemento que ha detenido su crecimiento profesional.

Con el confinamiento por COVID-19, algunos hombres se colocaron en una posición de comodidad con respecto a las mujeres.

«Ellos no tienen la misma preocupación para ver cómo resuelven asuntos de cuidados del hogar (…) esto reproduce y profundiza la desigualdad entre hombres y mujeres. En muy pocos casos identifican a colegas hombres que asumen el cuidado de sus hijas e hijos y, en esos pocos casos, consideran que ellos se encuentran en una situación similar a la de ellas».

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Al preguntarles sobre su crecimiento profesional a partir de la pandemia, las mujeres que trabajan en sectores afectados por la crisis actual temen ver afectado su ingreso o
incluso perder su empleo. También se preocupan porque sienten que no pueden cumplir con sus objetivos y que eso podría afectar su crecimiento a corto,
mediano y largo plazo en su trabajo.

Más trabajo en casa

Desde el inicio de la pandemia, se incrementó el trabajo en el hogar: desde la necesidad de limpiar más hasta dedicar más tiempo a la preparación de alimentos, la supervisión que requieren niñas y niños, y además, se agregó la necesidad de acompañar el proceso de aprendizaje, cuestión que antes implicaba mucho menor involucramiento.

Muchas madres entrevistadas reconocieron que el incremento de su involucramiento en trabajos y cuidados no remunerados se ha convertido en un pilar fundamental de la respuesta a la COVID-19, y que se ha incrementado la desigual repartición del trabajo doméstico.

Lo anterior se refleja pese a que varios hombres han asumido también labores de cuidados indirectos del hogar, aunque en mucha menor proporción que sus parejas.

«La mayor parte de las mujeres entrevistadas muestra una alta frustración por el hecho de que el trabajo doméstico se haya incrementado tanto; y muchas no cuentan con redes de apoyo por lo que llevan solas la carga de trabajo no remunerado. Adicionalmente, siguen estando presentes los estereotipos de género, pues en hogares donde las entrevistadas conviven con otros familiares siguen siendo las mujeres quienes se encargan de las labores domésticas», señala el reporte.

En este sentido, 80.5% de las mujeres con hijas e hijos menores de 10 años reportaron que se incrementaron las labores no remuneradas, en comparación con 76.8% de las mujeres que no tienen hijos; además, 56% de las mujeres reportaron sentirse más cansadas que antes de la pandemia, en comparación con 39% de los varones que están en esta situación.

Efectos en la salud física y mental

La pandemia por la COVID-19 también impactó de manera importante la salud de las madres trabajadoras, que reportaron agotamiento físico y mental. La mayoría expresó que cumplir con el trabajo y los cuidados alrededor del hogar, representó una sobrecarga.

Muchas mujeres reportaron haber acudido a servicios de atención o a terapia psicológica o psiquiátrica. Algunas también mencionaron servicios de apoyo psicosocial que les dieron en sus centros de trabajo; otras comentaron de la ingesta de ansiolíticos, pastillas para dormir, y antidepresivos para sobrellevar la situación.

«En lo físico, las mujeres reportan dolores en diversas partes del cuerpo, gastritis, migrañas, insomnio, subir o perder peso, u otros malestares. En lo emocional, las mujeres reportan haber experimentado estrés, miedo o preocupación a contagiarse, a perder el trabajo, a la muerte, tristeza, desesperación, coraje, soledad, ansiedad, culpa, y
angustia».

Entre las causas que explican el incremento de esta sintomatología, se encuentran que las mujeres son las principales cuidadoras y se sienten mayormente responsables del
bienestar físico y socioemocional de su hogar, lo que implica altos costos para su propio equilibrio emocional: agotamiento, ansiedad, estrés y depresión.